
Llega un momento en que el marinero debe hacerse a la mar. Ese instante ha llegado para las 9 tripulaciones de la Class40 que participan en el prólogo de la 2ª edición de la GLOBE40. Tras un largo período de espera en Lorient, marcado por una sucesión de ciclones que recordaba más a las clásicas salidas transatlánticas de invierno, este jueves 4 de septiembre los “circunnavegantes” zarparon bajo los Coureaux de Groix con rumbo a la hermosa ciudad de Cádiz. Les aguardan 900 millas de navegación hasta alcanzar una meta que los recibirá con impaciencia y donde, por primera vez, este prólogo contará en la clasificación general de la regata.
Durante esta semana de espera en Lorient, las emociones se debatían entre la impaciencia de ver como el sueño de una vuelta al mundo comenzaba a tomar forma con una primera salida, y la prudencia necesaria de patrones y organización ante unas condiciones excepcionalmente duras de viento y mar en el Golfo de Vizcaya; no hace falta escribir largas tesis sobre el cambio climático cuando hemos sido testigos de un hecho insólito en pleno agosto: dos huracanes alcanzando las costas europeas tras recorrer el Atlántico.
Lo que en un principio iba a ser una estancia de una semana en Lorient terminó convirtiéndose en 10 días. Para los regatistas fue un tiempo de reencuentros tras uno o dos años de preparación de sus proyectos; para la organización supuso una sucesión de controles técnicos y briefings destinados a garantizar que la aventura se desarrolle dentro de un estricto marco técnico y normativo. La Sailing Valley ofreció, una vez más, todos los recursos necesarios y, como ya ocurriera en la primera edición, se confirmó como el escenario perfecto para ultimar los detalles antes de afrontar la gran travesía.
El prólogo de 900 millas; que cruza el siempre exigente Golfo de Vizcaya, bordea el Cabo Finisterre, desciende por las costas españolas y portuguesas, Cabo de San Vicente, y alcanza finalmente la Bahía de Cádiz; dista mucho de ser un simple paseo. Todos saben que en este recorrido se juegan puntos decisivos, más aún si se recuerda la clasificación de la primera edición, donde apenas dos puntos separaron al vencedor, un triunfo que no se decidió hasta la última etapa.
Cádiz aguarda con expectación a los competidores a partir de la tarde del lunes 8 de septiembre y probablemente también durante la noche. Este primer encuentro con un gran evento de regatas oceánicas marca un hito para las autoridades municipales y para su alcalde, Bruno García. La ubicación escogida es innovadora: un muelle de 300 metros en la dársena de Astilleros, a pocos pasos del centro histórico, transformado en puerto temporal para la ocasión. Se ha diseñado un completo programa de actividades que convertirá la cita en un evento popular y abierto, pensado para compartir y acercar la tradición de las grandes regatas oceánicas francesas. Y como corresponde a la ciudad más antigua de Europa Occidental, Cádiz sabrá recibirlos con la hospitalidad y la calidez que la caracterizan, entre su laberinto de callejuelas y sus monumentos bañados por la luz del Atlántico.